Las personas que colaboramos en este blog hemos decidido escribir unas pequeñas líneas de lo sucedido en homenaje a las personas afectadas durante el sismo del 19 de septiembre del 2017.
*************************************************************************************************
Al igual que para la gran mayoría de las personas de la Ciudad de México el día comenzó como cualquier otro, con muchos pendientes y una gran motivación por hacer crecer un negocio que recién comienza.
Me encontraba en la Colonia Condesa cuando sucedió el terremoto. En shock y sin red en “Parque México” viendo como varios edificios tenían daños graves y muchas calles oliendo a gas, logré contactarme con mis seres queridos y corroborar que todos se encontraban bien. Las personas que estaban conmigo me apoyaron llevándome en moto a mi domicilio, ahí es donde pude ver la magnitud del problema.
Miles de personas caminando sobre las avenidas principales, el transporte público saturado, algunas estaciones del metro cerradas y a pesar del tráfico, un silencio incómodo, ningún auto tocaba su claxon para solicitar el paso. Un solo sentimiento los unía… que todos estuvieran bien.
Hasta las 23:00 hrs pude retomar el equilibrio y reaccionar antes la situación para salir a ayudar. Mi colonia sin luz y la red telefónica aún intermitente permitía saber solo de algunos lugares ya conocidos en ese momento que requerían de auxilio. Me dirigí a la Condesa (ya que era la zona que vi en persona afectada) para ver en qué podía apoyar.
Personas sin nombre y a veces sin un rostro (ya que se iban tan rápido que no las recordabas) llegaban a los lugares a entregar todo lo que se necesitaba: luces, pilas, linternas, comida, ropa, medicinas, agua, herramientas para cortar, cascos, guantes, etc. Personas que hacían guardia durante horas: doctores, arquitectos, psicólogos, albañiles, etc., demostraron que la sociedad unida puede decir lo que quiera.
Así como podemos decidir que parte del dinero de campañas electorales se destine en ayuda (rompiendo récords mundiales en plataformas que sirven para esto), podemos decidir lo queramos. Demostramos que tenemos el coraje y la fortaleza, ahora digamos cuál es el siguiente paso para nuestra sociedad.
Oscar Mendiola
******************************************************************************************
Hoy, hace un mes del terrible terremoto que vivimos el 19 de septiembre del presente año.
Aún no puedo creer la increíble coincidencia de que éste sucediera el mismo día que el sismo del 85.
Puedo decir que fui de las afortunadas que no perdió nada más que el sueño por unos días. Tuve la fortuna de poder abrazar a cada una de las personas importantes en mi vida y de que mi casa y bienes materiales estuvieran dañados, pero de pie. Debo decir que, al escribir estas líneas la piel se me pone chinita y siento mi corazón hundirse al pensar en aquellos que no sólo perdieron su casa, sino a algún miembro importante en su vida.
Al momento del sismo me encontraba en el parque paseando a mi perrita. Ese día tocó home office y era hora del paseo. Lo primero para mí fue escuchar la alerta sísmica y, estaba un poco desconcertada pues previamente se había hecho un simulacro en conmemoración del terremoto del 85. Pero esta vez no era un simulacro, de inmediato los movimientos se tornaron bruscos y el ruido que se escuchaba de edificios crujiendo erizaban la piel. De pronto, se escuchó un estruendo bastante fuerte, que posteriormente supe, fue un edificio colapsado.
Apenas pude sostenerme en equilibrio, comencé a regresar a casa. El pánico que empecé a sentir conforme me acercaba a mi hogar era inmenso, las calles se hicieron largas, el olor a gas mezclado con miedo e incertidumbre rodeaban todo el camino. La gente alterada, llorando, las comunicaciones caídas y el no saber cómo estaban mi familia y amigos, fue lo peor.
Yo vivo en la delegación Benito Juárez, una de las más afectadas y de las que casi no se habló. Hubo más daños de los que pude leer en medios. Fue hasta en la noche que pude asegurarme que todos mis seres queridos estaban bien, y fue entonces que me dispuse a ayudar. Y debo decir, que esta experiencia ha sido una de las más reflexivas, dolorosas y extenuantes que he vivido.
Fue reconfortante ver que la ayuda sobraba, todos estaban esperando turno para aportar algo. Nuevamente demostramos que los mexicanos somos increíbles y que unidos podemos con todo. No imaginan lo orgullosa que estoy de mi país, por esa gente que se ensució las manos para remover escombros, lo admirada que estoy por aquellos que arriesgaban su propia vida con tal de salvar otra. Sí, hubo cosas turbias como robos, corrupción y demás situaciones que se suscitaron en la catástrofe, pero fueron más las cosas buenas que las malas. Nos demostramos que somos muy fuertes y que unidos, podemos hacer cambios significativos, salvar vidas, y ayudar de formas inimaginables.
Definitivamente aún no terminamos de levantarnos, probablemente pase mucho tiempo antes de que se reconstruya el patrimonio de aquellos que lo perdieron todo, probablemente pase aún más tiempo para que sanen las heridas por aquellas personas que, por desgracia, no pudieron salir con vida de los escombros.
Sí, probablemente tardemos en sanar, pero hoy sé que esto nos ha servido como escarmiento para preparar un plan de contingencia, para despertar y abrazar HOY a aquellos que más queremos, para demostrar amor y para dar lo mejor de nosotros, pues hoy estamos, mañana quien sabe.
Itzel Nava